jueves, 23 de febrero de 2012

Winston Churchill pudo morir en Cuba

Pastor Guzmán Castro (Periódico Escambray/Cubadebate)

  La posible muerte de Winston Leonard Spencer Churchill en predios espirituanos en 1895, que habría cambiado la historia de Inglaterra y de Europa, parece motivo suficiente para que alguien “enfermo” por la investigación se dedicara a profundizar en acontecimientos que vinculan al famoso político británico con Sancti Spíritus y Arroyo Blanco, en el centro de la Isla, en los días previos a la invasión mambisa a Occidente a finales de aquel año.
  Todo empezó cuando Jesús Ramos, “Chuchi”, director del Museo Municipal de Jatibonico, le sugirió a Lourdes María Méndez Vargas, miembro de una antigua familia de Arroyo Blanco vinculada a los Sánchez-Bonachea, que investigara esos lazos filiales y la polémica estancia del joven Churchill en estos predios. Luego, otros sucesos ayudaron a darle a la empírica historiadora el empujoncito decisivo.

  Lourdes descubrió en una enciclopedia digital una imprecisión histórica, según la cual el futuro Primer Lord del Almirantazgo y Primer Ministro del Imperio Británico, entonces con apenas 21 años, “almorzó con el Generalísimo Máximo Gómez en Arroyo Blanco y conversaron en la Casa Comunal en una mesa tal” a finales de noviembre de 1895, en plena Guerra de Independencia.

  “¡Un simple tenientico de húsares en una plaza fortificada española! -comenta con ironía-; ese es un disparate que de alguna manera van a tener que corregir”.


  Después ella tuvo la suerte de que el destacado periodista Ciro Bianchi Ross le facilitara el libro de memorias de Churchill titulado Mi primera juventud, un texto bastante añejo y raro.

  En el citado texto Lourdes encontró todo un capítulo dedicado por Churchill a su estancia en la isla que precisamente él tituló Cuba, donde refiere de modo magistral -no se debe olvidar que Churchill fue en 1953 Premio Nobel de Literatura- sus impresiones sobre todo lo que veía y los avatares de la gesta independentista.

  La pregunta flota en el aire: ¿cómo y por qué llega aquel jovenzuelo inglés a la entonces colonia española en plena guerra? La licenciada en Relaciones Internacionales, quien vivió y laboró muchos años en La Habana y en el exterior con su esposo, el periodista y diplomático Fernández Vilela -fallecido en 1996- toma aliento mientras ordena sus papeles.

  Según Lourdes, en aquel año de 1895 el joven Churchill, un muchacho de apenas 20 años que era oficial ya del famoso IV Regimiento de Húsares, se aburría terriblemente en Londres en unas vacaciones, y embulló a un compañero para lanzarse a una aventura dondequiera que hubiera pelea.

  Dadas las relaciones del padre, Randolph Churchill, se hace la solicitud por medio del embajador del Reino Unido en Madrid. El Gobierno español autoriza el viaje y envía a la isla la notificación al Capitán General Arsenio Martínez Campos para que atiendan aquí a Winston y a su amigo, otro joven húsar de apellido Barmen.

  Luego ambos toman un vapor a La Habana y de allí continúan en un tren blindado a Santa Clara, donde se encuentra entonces Martínez Campos, quien ha decidido remitirlos al Estado Mayor de la columna del general Suárez Valdés, pero como ya esta ha salido en dirección a Sancti Spíritus, los dos militares británicos viajan en tren hasta Cienfuegos y de esa ciudad lo hacen por mar a Tunas de Zaza, para finalmente dirigirse por ferrocarril a Sancti Spíritus.


  Para Lourdes está confirmada la estancia de Churchill y Barmen en la villa del Yayabo.

  “Esos dos muchachos duermen aquí una noche que fue, tentativamente, la del 24 o del 25 de noviembre de 1895, esperando a la madrugada siguiente ser integrados al Estado Mayor de la columna dirigida por el general Suárez Valdés.

  “La tarde previa a la partida comen en compañía del general español y a las cuatro de la madrugada salen los dos ingleses de esta ciudad, engalanados con sus uniformes azules de húsares.

  “Aquí -apunta la historiadora, empieza una descripción preciosa sobre su impresión acerca de la belleza de estos campos que él no dice espirituanos”.

  Según Churchill: “La larga columna española se deslizó como una serpiente por los interminables bosques y ondulaciones de una vasta y hermosa campiña que rezumaba humedad y resplandecía con el sol”.

  El futuro político británico apunta: “Llegamos a Arroyo Blanco el 29″; “es decir -comenta Lourdes-, que sale de aquí en la noche del 25 o el 26 de noviembre y llega a Arroyo Blanco el 29 y allí pasa un par de noches pernoctando en campaña en sitios que no aclara, pero uno de los cuales yo supongo que fue Taguasco.

  “Resulta que Winston Churchill cumple 21 años ese 30 de noviembre en Arroyo Blanco y así lo escribe textualmente. Ese propio día sale la columna de Suárez Valdés con estos británicos agregados. Llevan rumbo sureste, a la zona de Ciego de Ávila”.

  Ya a escasos kilómetros de Arroyo Blanco empieza el hostigamiento mambí y Churchill siente los primeros tiros de la campaña. La columna hace alto y duerme en algún sitio que el húsar no define y continúa en la mañana del día primero de diciembre acercándose al avispero mambí de La Reforma.

  Lourdes destaca especialmente este hecho, porque se acababan de encontrar allí los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo -que había llegado la víspera-, el Gobierno en Armas y su escolta, así como Serafín Sánchez y toda la jefatura del Ejército Libertador que se estaba constituyendo ese día, organizándose como contingente invasor. En total posiblemente más de 4 500 hombres.

  “Tú no tienes idea de la euforia con la que esa gente confrontó al enemigo. Estaban exaltadas de tal manera esas tropas cubanas que no dejaron dormir esa noche a la columna de Suárez Valdés y a Churchill incluido. Tanto fue así que el general ibérico no se atrevió a enfrentar directamente el campamento de La Reforma y así coinciden en indicarlo todas las fuentes.

  “Pero estuvieron perfectamente ubicados y disparándose de ambos bandos, mientras ellos -los españoles- están acampados en Los Rusos, cerca de Majagua, y al amanecer del día dos los cubanos salen de La Reforma ya organizados. Suárez Valdés, al parecer esta vez quiere combate y persigue a las fuerzas cubanas, atacando su retaguardia.

  “El choque es tremendo y Maceo acude y rechaza violentamente a los españoles, pero nótese que el jefe hispano no trata de copar, sino de empujar al contingente mambí, que es más numeroso. Suárez Valdés se queda atrás con su Estado Mayor y, por supuesto, con Churchill y su compañero Barmen”.

  Aquel brillante joven, sindicado más tarde de haber pronunciado las palabras iniciales de la Guerra Fría -Fulton, USA, 1946- va haciendo interesantes acotaciones en su diario luego convertido en libro y hay un momento en que se refiere a los mambises y expresa: “vienen armados de un cuchillo temible llamado machete”.

  De esta investigación Lourdes ha derivado otras dos interesantes observaciones; una, que el primer jefe español que chocó con el Ejército Invasor no fue el coronel Luque, en Iguará, dos días más tarde. Fue el general Suárez Valdés, con cuyas tropas iba Churchill, y el encuentro se produce entre La Reforma y Majagua.

  La segunda es que probablemente en esta ocasión la prudencia de Suárez Valdés le salvó la vida a Winston Churchill, porque si no la historia, seguramente, hubiera sido otra. El joven inglés también señaló sus propias conclusiones de aquellos hechos: “No creíamos que los españoles llevasen su guerra en Cuba a un rápido final”. Estaba en lo cierto. La contienda, en realidad, estaba empezando.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Fotografía de una “junta” campesina.

  La Junta era un llamado comunitario para ir en auxilio de uno de los vecinos, ya para hacer “una tumba”, realizar la cosecha de un producto, cobijar una vivienda, en fin. La junta era una expresión de colectivismo rural penosamente en decadencia.
  Las juntas de vecinos de hoy resultan una expresión de esa costumbre muy popular en otros tiempos y principalmente en el campo, la diferencia está en que aquella carecía de reglas establecidas y el fin primario era la solidaridad.





Juan Guzman on July 22nd, 2011
  El drama de los habitantes de las serranias nuestras es silencioso.
Un dia visitas un campo con 30 o 40 familias y de repente cuando regresas
todo esta vacio.
  A saber, algunos se fueron “cerca de la carretera” otros “al Reparto Peralta” y la mayoria aparece un “Queens”, “Bronx”, “W. Heights”.
  Los encuentras mas facil en un atardecer Newyorquino que bajo un pinar.
Dejan todo atras: Su casa, sus tierras y su historia. Aunque parte de esta ultima, los jirones de su historia, le siguen hasta la sombra al compas de tenues murmullos del Jagua, del Bao y de las bandadas de cotorras.
Yo lo se…….



http://www.fotografiadominicana.com

Las 20 mujeres más destacadas de la Historia

  Repasamos la vida de 20 personalidades que han hecho historia. Desde escritoras, como Carmen Martín Gaite, hasta políticas, como Benazir Bhutto. Y científicas, cantantes, princesas…
  Cleopatra VII, reina: Cleopatra Filopator Nea Thea (69-30 a. C.) heredó de su padre el trono de Egipto. Sus amores con Julio César y Marco Antonio la convirtieron en una de las soberanas con más poder de la antigüedad.
  Juana de Arco, heroína: La combatiente francesa (1412-1431) asumió el mando del ejército real galo en varias batallas durante el reinado de Carlos VII. El papa Benedicto XV la nombró santa en 1920. Murió en la hoguera por herejía.
  Ana Bolena, reina consorte: La segunda esposa (1501-1536) del monarca inglés Enrique VIII murió decapitada en la Torre de Londres después de que su marido la acusara de adulterio. Su propio padre, sir Thomas Boleyn, la condenó.
  Emilia Pardo Bazán, escritora: De la pluma de esta autora coruñesa (1851-1921) surgieron  ensayos, críticas, piezas periodísticas y, sobre todo, novelas. Por títulos como Los pazos de Ulloa se la considera introductora del naturalismo en España.
  Maria Curie, científica: Maria Sklodowska (1867-1934) tomó el apellido de su marido, Pierre Curie. Por su nación de origen, Polonia, dio nombre a un elemento químico. Pionera en el estudio de la radiactividad, obtuvo dos premios Nobel.
  Mata Hari, espía: Margaretha Geertruida Zelle (1876-1917) se sirvió de su capacidad de seducción para trabajar como espía de los franceses para el Gobierno alemán. Un tribunal francés ordenó que muriera fusilada por alta traición.
  Virginia Woolf, escritora: Por la vivienda londinense de Bloomsbury de esta novelista (1882- 1941) pasaron autores como J. M. Keynes y E. M. Foster. La autora de Las olas se suicidó ahogándose por miedo a una incipiente locura.
  Dolores Ibárruri, política: La Pasionaria (1895-1989) militó en el Partido Socialista Obrero Español antes de pasar a formar parte del Partido Comunista. Es famosa su frase “¡No pasarán!”, en referencia a las tropas franquistas.
  Frida Kahlo, pintora: Un accidente que la obligó a llevar corsé hizo que esta mexicana (1907-1954) se iniciara en la pintura, trabajo por el cual conoció al que fue su marido, Diego Rivera. Pintó sobre todo autorretratos de tinte surrealista.
  Teresa de Calcuta, misionera: Gonxha Agnes (1910-1997) fundó la congregación Misioneras de la Caridad para ayudar a los pobres. Dos años después de su muerte, Juan Pablo II abrió la causa de su canonización. Recibió el Nobel de la Paz en 1979.
  María Callas, soprano: Está considerada una de las mejores sopranos de todos los tiempos (1923-1977). Trabajó con los más importantes directores de escena y orquesta del mundo. Su éxito profesional fue parejo a una convulsa vida personal.
  Edith Piaf, cantante: Criada por su abuela, que regentaba una casa de prostitutas, Edith (1915-1963) reveló su talento y su gran voz en las canciones populares que cantaba en las calles junto con su padre, Louis A. Gassion.
  Indira Gandhi, política: Hija de Jawaharlal Nehru, el primer primer ministro de la India, fue Primera Ministra de su país en dos ocasiones hasta su asesinato en octubre de 1934. Estratega y pensadora política brillante.
  Evita Perón, política: Marcada por una niñez en el campo e hija no reconocida, Eva (1919-1952) trabajó como actriz, modelo y locutora y se casó con el presidente argentino Perón. Luchó por los derechos de los trabajadores y de la mujer.
  Carmen Martín Gaite, escritora: Esta salmantina (1925-2000) fue la primera mujer galardonada con el Premio Nacional de Literatura. También recibió el Nadal –por la novela Entre visillos– y el Príncipe de Asturias, entre otras condecoraciones.
  Marilyn Monroe, actriz: Norma Jean Mortenson (1926-1962) protagonizó clásicos como Con faldas y a lo loco, pero sobre todo fue un mito erótico del siglo xx. Se dice que tuvo un romance con los hermanos Robert y John F. Kennedy.
  Grace Kelly, actriz: Esta estadounidense (1929-1982) abandonó su carrera como estrella del celuloide para casarse, en 1956, con el príncipe Rainiero de Mónaco. Murió en accidente de tráfico cuando viajaba con su hija Estefanía.
  Pilar Miró, cineasta: Licenciada en Periodismo y Derecho y graduada en Cinematografía, esta madrileña (1940-1997) comenzó su carrera profesional en Televisión Española. En cine dirigió BeltenebrosEl perro del hortelano
  Benazir Bhutto, política: Líder del Partido Popular de Pakistán (1953-2007), fue la primera mujer que ocupó el cargo de primer ministro de un país musulmán. Dirigió Pakistán en dos ocasiones. Fue asesinada en plena campaña política.
  Diana de Gales, princesa: Conocida como la princesa del pueblo (1961-1997) por su actitud solidaria con los más desfavorecidos, estuvo casada con Carlos de Inglaterra, con quien tuvo a los príncipes Guillermo y Enrique.

Juan Bosch Narra sobre su experiencia en una prisión en 1934

Escrito por Bernardo Vega, Hoy   
LUNES 16 DE JULIO DE 2007 02:23

Lo relacionaron con una bomba que estalló en el cementerio de la avenida Independencia pero la acusación no pudo ser comprobada.

Una reciente interpretación en el Teatro Nacional de la canción “La Gaviota” de Juan Bosch, me hizo recordar una carta que recibí hace veintiún años del profesor y que hace referencia a esos versos suyos.

En los archivos de Trujillo había encontrado una correspondencia de 1934 de los padres de Bosch, dirigida a Trujillo, pidiendo que interviniera pues su hijo llevaba mes y medio preso “acusado de asuntos políticos”.

 No tenía ningún conocimiento sobre ese apresamiento y el propio Bosch no había publicado nunca nada al respecto.  Le escribí pidiendo información, pues iba a hacer referencia a esa carta en un próximo li Al cabo de dos semanas fui sacado de esa celda y llevado al presidio de Nigua, donde padecí un ataque palúdico que hubiera podido costarme la vida y sin embargo diobro mío.  Esperaba recibir la típica respuesta de un político, citando el complot en que se había involucrado, los grandes riesgos que había corrido por su actitud patriótica, etc., etc.

La respuesta que recibí fue totalmente diferente y refleja su honestidad intelectual.  Veamos:

“El Lic. Bernardo Vega me dice:

‘En los últimos días de diciembre de 1933 Juan Bosch fue apresado acusado de asuntos políticos.  ¿Cuáles fueron las actividades políticas que provocaron ese encarcelamiento y cuánto tiempo estuvo preso?’.

Y le respondo:

Ninguna.  En los meses de noviembre y diciembre de 1933 yo estaba en La Vega atendiendo a la publicación de mi primer libro, uno de cuentos titulado Camino Real; a fines de noviembre vine a la capital al cumpleaños de mi novia, Isabel García Aguiar, y fui a hacerme recortar el pelo en una barbería que estaba en lo que hoy es la avenida Duarte y allí estuve hablando con un vecino de esa barbería apellidado Medrano quien me presentó a un joven llamado Paquito Olivieri.

Estando en la casa de mi novia, en la calle 16 de agosto, al comenzar la segunda cuadra, partiendo del parque Independencia hacia San Carlos, se oyó un estampido como de cañonazo y dos o tres días después un hermano de Isabel me dijo que ese estruendo había sido producido por una bomba que lanzaron al cementerio de la Capital, que estaba en la avenida Independencia a pocos metros del parque de ese nombre.

Volví a la Capital el 31 de diciembre con una parte de los ejemplares de Camino Real y el día 3 de enero se presentó en la casa de mis padres, donde yo vivía (calle Villa Esmeralda, hoy Dr. Faura, No. 5) un oficial del Ejército conocido con el apodo de Chino y el apellido Gutiérrez, quien me pidió que lo siguiera y me llevó a la Fortaleza Ozama, de donde me sacaron diez, tal vez doce días después, y me condujeron al Juzgado de Instrucción que estaba en la calle de Las Damas esquina a la calle Mercedes.

Allí fui interrogado por el juez Miguel Ángel González y devuelto a la Fortaleza Ozama, donde al cabo de varias semanas de estar con 6 ó 7 presos comunes me rebelé y reclamé a gritos que se me pusiera en libertad porque yo no había cometido ningún delito.  De paso debo decir que en esa celda estuvo preso conmigo el músico y escritor seibano Julio Gautreaux, que le puso música a la letra de La Gaviota, unos versitos que yo había compuesto allí mismo dedicados, aunque no la mencionaba por su nombre, a mi novia Isabel, que después sería mi esposa y la madre de mis hijos León, el pintor, y Carolina.

Lo que califico de rebelión ocurrió en los momentos en que se llevaba a cabo en el patio de la cárcel una revista de presos, y al parecer eso disgustó a las autoridades militares, las cuales me castigaron con el traslado a una celda de la Torre del Homenaje desde la cual veía sólo el río Ozama.  La celda se abría por fuera y sólo para llevarme dos comidas al día.  Allí no había cama ni mesa ni lavamanos ni sábana ni almohada.  Junto con la comida me llevaban un jarrito de agua y me las arreglé para lavarme la cara y las manos con la mitad de un jarrito, y como me llevaban dos jarritos al día, lo que bebía diariamente era jarrito y medio cada día.

Al cabo de dos semanas fui sacado de esa celda y llevado al presidio de Nigua, donde padecí un ataque palúdico que hubiera podido costarme la vida y sin embargo dio origen a mi libertad, porque al enterarse de mi situación César Herrera consiguió del general José Pimentel que se le diera al general José García la noticia de mi enfermedad con el argumento de que era una persona conocida como escritor en el país y en el extranjero y mi muerte en presidio iba a perjudicar al gobierno.  Unos días después el jefe militar del penal, un oficial de apodo Liquito y apellido de León, que trataba a los presos con muy buenos modos, se presentó en la celda donde yo me hallaba en cama acompañando a un médico militar, el Dr. Quiñónez; éste me hizo un exámen y al día siguiente fui trasladado a la Fortaleza y llevado a una celda en la Torre del Homenaje de donde salí una semana después para ser conducido a la oficina de don Teódulo Pina Chevalier, quien me comunicó que se había cursado la orden de libertad a favor mío y que por tanto podía ir a mi casa.  En la oficina de Pina Chevalier estaba mi madre, a quien él le había pedido que fuera a verlo, y de allí salí yo con ella hacia la casa de mis padres.

De ese final se deduce que la acusación que se me había hecho, la de pertenecer a un grupo de terroristas que habían colocado una bomba en el cementerio de la avenida Independencia, no pudo ser comprobada, y no pudo ser comprobada porque de haberlo sido otra habría sido mi suerte.  Lo que sin duda sucedió fue que un agente secreto de la dictadura de Trujillo me acusó de ser miembro del grupo que puso la bomba en el mencionado cementerio.

Debido a que meses después supe que Medrano y Olivieri fueron detenidos e interrogados, sospeché que el autor de la denuncia en perjuicio mío fue el barbero que me recortó el pelo a fines de noviembre de 1933, pero debo aclarar que no fui confrontado o careado ni con Medrano ni con Olivieri ni fui interrogado por autoridades militares o policiales ni en ningún momento se me amenazó de palabra o se me maltrató de hecho, lo que indica que se me hizo preso porque alguien me acusó de haber puesto o de haber participado en la colocación de la bomba que estalló en el cementerio de la Capital pero no se presentaron pruebas de esa acusación.  En suma, que estuve preso porque se tenían sospechas de mí, y esas sospechas sólo podían justificarse si alguien me presentó ante las autoridades como autor de la explosión de la susodicha bomba.

Juan Bosch
29 de agosto de 1986”.