lunes, 28 de mayo de 2012

María Fernanda Restrepo: La memoria nos mantiene vivos

Yurién Portelles
    

Quito (PL) Su apellido delata el vínculo familiar con los jóvenes Santiago y Andrés Restrepo Arismendy, secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos en Ecuador en 1988, año en que María Fernanda, con apenas 10 años, dejó de ver para siempre a sus hermanos. (RadioPL )

  Nadie sabe exactamente qué le ocurrió a los hijos de un matrimonio colombiano, y menos aún ella, quien como cineasta, 24 años después del suceso, acaba de exhibir su primer documental cinematográfico, "Con mi corazón en Yambo", donde narra ese crimen todavía impune.

Durante el proceso de filmación la asaltaron en una extraña casualidad y para el estreno en Guayaquil la cinta no resultaba exonerada de los impuestos en las salas comerciales, según lo establece la legislación, con el argumento de que no era una producción nacional.

Por fin la película salió a la gran pantalla con un éxito de público que superó los 150 mil espectadores, según datos preliminares, y hoy ha iniciado un periplo por el mundo, en momentos en que se reactivaron las pesquisas tras el hallazgo de unas osamentas en un cementerio.

El Ministerio del Interior de Ecuador decidió ofrecer una recompensa de 200 mil dólares para quien aporte evidencias que permitan esclarecer el caso y encontrar los cadáveres.

María Fernanda cuenta a Prensa Latina, en Quito, qué ha pasado con esta producción documental, la cual atesora una parte del dolor de una nación.

PL: Después de tantas entrevistas y de varios meses del estreno, ¿qué ha representado tu obra para ti y para este país?

-Esta película fue más allá de mis expectativas personales y también para el país ha sido importante porque el poder de la memoria se reactivó de tal manera que el Ecuador es un país distinto, con memoria, mayor identidad.

Fue increíble ver cómo jóvenes que no habían vivido esa época, ni conocían el caso, ni habían escuchado de él siquiera, fueron quienes más atendieron al cine o siguen pidiendo las películas en charlas, conversatorios, colegios, escuelas, universidades, y yo les ayudo con eso.

La película es parte de mi vida porque refleja una faceta importante de mi familia, pero además transformó un país, porque cuando ellos se perdieron, el país perdió dos hijos, dos hermanos, dos amigos, dos nietos.

Este país se conmocionó de tal manera que nunca más fue el mismo, y eso a la gente le llegó tanto, que se reactivó, y no se acostumbró a la muerte ni a la violencia, sino salió a las calles luego de que mis padres comenzaron una protesta silenciosa.

Ellos pasaron un año entero manifestándose, siendo insultados, discriminados obviamente por ser colombianos reclamando por sus hijos ecuatorianos, pero siguieron ahí aguantando todo, miércoles a miércoles, por amor, por amor a los hijos, por amor a la verdad.

Poco a poco se sumaron más gentes y fue una transformación en tal sentido que aquí no hay crímenes de Estado, ni sistemática violencia institucionalizada como en esa época, porque se paró, o sea, el crimen no fue del todo en vano.

PL: Hablabas de esta obra como un documental de cine de autor, ¿por qué lo defines así?

-Un documental de autor refleja de alguna manera el punto de vista muy personal de un director, alejado más del estilo de reportera o donde se necesita poner los dos lados de la historia, es una mirada muy íntima sobre algún tema, alguna idea.

Obviamente este tema es mi historia familiar, evidentemente tenía que ser relatado en primera persona y con todos los datos argumentados. Es lo que yo pienso, pero fundamentado en muchos documentos y cuestiones que soportan esas ideas, y sí, entonces es un documental de autor en ese sentido.

PL: Decías en una entrevista anterior: "Escojo no olvidar", y el producto final de cinco horas tuviste que reducirlo a dos horas y 15 minutos. ¿Vas a olvidar esa otra parte restante?

-Es increíble pero casi se va a cumplir un año de que salió este documental y todavía hay muchas cosas pendientes por hacer y no se para; en estos momentos estamos en distribución a nivel internacional en Festivales y parece que tendré que cortarlo en una hora y media. Eso lo piden para emitir en un canal y entonces el trabajo continúa en ese sentido.

Y qué pasa con las otras horas extras, pues por ahora estarán ahí dormidas, quizás en unos 10 o 20 años, cuando mi mente esté más reposada, pueda verlo con ojos más maduros.

No ha sido solo la película, sino el polvero que levantó; se reactivó el caso, entonces me tocó también estar atenta a las nuevas investigaciones de la fiscalía a partir del reciente hallazgo en unas fosas comunes.

Lo complicado fue cómo despegarse de eso porque la película es tu vida misma y está pegada a ti, y la gente quiere seguir viéndola y a veces una está cansada, pero es la misión que he asumido con mucho cariño, por la memoria del país y la de mis hermanos.
PL:¿En qué momento histórico de la nación y del cine ecuatoriano llega este filme?

-Llega en un momento histórico de mucha suerte. Digamos si otro hubiera sido el año, el Gobierno y los políticos que comandaban esta nación, quizás el documental ni siquiera hubiera sido realizado, porque yo conté con muchas facilidades a partir del Gobierno de Rafael Correa y así lo debo decir.

Me permitieron la entrada a las Escuelas de Policías, a lugares donde antes habían sido las mazmorras, los lugares de torturas del SIC (Servicio de Investigación Criminal), las entrevistas, permisos que son difíciles de conseguir, de filmar, y más aún para ponerlas en una sala de cine.

El ambiente en que salió fue el justo, el propio, el año perfecto, no hubiera pensado cómo habría sido en otro Gobierno, porque ningún otro prestó ese apoyo, ese respaldo al tema, todos le dieron la espalda de alguna manera.

Todos hicieron lo suyo por echar tierra, o por salvaguardar las estrellitas y el honor en la Policía ecuatoriana de esa época, entonces en ese sentido fue bueno y también por el apoyo que tuvo del Consejo Nacional de Cinematografía.

Un documental no puede avanzar sin un apoyo económico de por medio; es mucha gente involucrada, muchas horas de trabajo, equipos, noches, días, y con ese respaldo la película pudo salir adelante.

*Corresponsal de Prensa Latina en Ecuador.

arb/yp

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