En este día de la
madre, la que engendra una vida y durante nueve meses la lleva en su vientre desparramando ternura
a todo dar a ese ser que saldrá de sus entrañas que por toda una vida será la
razón de su existir. Pero hay algo que no podemos dejar de aceptar; hay madres,
que para sentir el profundo amor filial
no necesita que alguna criatura nazca de entre su vientre, sienten igual y no
en pocos casos un sentimiento de mayor profundidad. En la historia Dominicana,
hay un caso semejante; se trata de Rosa Duarte, la hermana del patricio Juan
Pablo Duarte, no tuvo hijos, pero para ella los hijos de esta patria lo eran
por igual. Hoy queremos recordar a Rosa Duarte en nombre de todas las madres
dominicanas.
Rosa Duarte además
del altísimo honor de ser hermana del Padre de la Patria y fundador de la
República, Rosa Duarte, figura en la historia como una de las mujeres que
estuvieron al tanto de los secretos revolucionarios de los patriotas
independentistas, para los cuales supo convertir en balas las planchas de plomo
que había en el almacén de su padre, y a su acuciosidad y a su amor debe la
historia nacional el valioso documento que se conoce con el nombre de Diario de
Rosa Duarte. Destaca el ardiente amor de la revolucionaria por el suelo donde
nació, por cuya libertad derramó amargas lágrimas, sufrió persecuciones, perdió
sus bienes, padeció destierro perpetuo en unión de su madre, de sus hermanos,
hermanas y sobrinos y vio desvanecerse las ilusiones de su juventud al quedar
sin novio, fusilado junto a las tapias del cementerio de El Seíbo.
“Si hay una
dominicana digna de la consagración del mármol esa es Rosa Duarte: por su vida
y su obra, por sus padecimientos, por su permanente consagración a esa
angustiosa vida de dolores de quien se entrega, como ella, a los recuerdos de
la Patria y sufre en carne viva sus inacabables infortunios”, escribió
Rodríguez Demorizi quien editó y anotó los Apuntes que la virtuosa hermana del
patricio tuvo la visión de conservar porque son “el punto de partida, la
primera fuente y la base por excelencia para emprender cualquier indagación y
análisis referentes” a Juan Pablo Duarte.
No nos olvidemos de
Rosa Duarte quien con sus Apuntes nos legó un relato de primera mano sobre los
acontecimientos del 27 de Febrero.
Rosa Duarte ha
merecido el reconocimiento de una calle de Gascue, nombrada así por iniciativa
del regidor Alberto Arredondo Miura, el veintisiete de enero de 1930. El acto
de bendición y colocación de rótulos se
efectuó el quince de julio de ese año. A los acordes del Himno Nacional, el
entonces presidente del Ayuntamiento descubrió una tarja de mármol con el
nombre de la llamada “heroína del sacrificio”. la entrega de Rosa a proteger y
cuidar a la madre y a los hermanos, la devoción y admiración que manifiesta por
Juan Pablo, el desprendimiento al aceptar vender las propiedades heredadas para
invertir en la lucha por la independencia y el paciente amor hacia Manuel, el
hermano que enloqueció en el exilio. “Es una mujer sui generis para la época,
en todo momento pienso en ella como en una mártir.
Mujer de talento
natural y de virtudes sobresalientes, supo conservar hasta el fin de sus días
en estado de pureza, todos los sentimientos nobles y delicados que le
inculcaron sus padres con una educación esmerada, habiendo rendido siempre un
culto especial al que entre sus deudos era don natural: el del patriotismo, que
no pudieron mitigar en ella ni la injusticia de los hombres ni el rigor del
infortunio” (Quisqueya Lora)De Rosa se conoce una foto de juventud y un óleo en
edad adulta que se exhibe en el Instituto Duartiano. “Hay unos paradigmas
creados en función de las grandes gestas militares, las acciones de poder, de
fuerza, y quizá hay muy pocas mujeres que puedan competir, creo que hay
grandeza a todos los niveles, Rosa jugó su papel, incluso, hasta en su papel
maternal hubo grandeza”.Considera Lora Hugi que la figura de la hermana
predilecta de Duarte “merece mayor estudio y entiende que el honor de la calle
“es significativo, pero no suficiente.
A los historiadores les toca incluirla
en el relato histórico, que cuando se lea sobre la gesta independentista no
sólo se piense en la Puerta del Conde, en el Trabucazo, sino en esa mujer
excepcional que también fue un gran apoyo para Duarte y que poseía una
capacidad de percepción del valor histórico, del gesto duartiano, trascendente
y significativo. Si no hubiera sido por su libro, pocas noticias tuviéramos del
Padre de la Patria, los amigos escribieron pero ella tenía un conocimiento de
él diferente, por ser la hermana, porque la vivencia al lado de Duarte, fue otra”.
El 26 de octubre de
1888 falleció en la calle Sur 1, casa 129, de Caracas, a causa de disentería.
Al año murió su hermana Francisca y un año después, el ocho de agosto de 1890
murió Manuel, también en Caracas, con cuya partida desapareció por completo la
familia Duarte Diez.
“La que mantuvo mayor comunicación y contacto
con su hermano, y quizás por eso el documento fundamental para escribir sobre
la vida de Duarte, desde el punto de partida de los historiadores, es el códice
que se conoce como Diario de Rosa Duarte” (Juan Daniel Balcácer)
A Rosa le tocó
además vivir con Juan Pablo en Venezuela desde 1872 hasta su fallecimiento. Fue
precisamente ella quien, junto a sus demás hermanas, estuvo con él en su lecho
de muerte hasta que esta ocurrió por fin el año 1876.
Domingo Antonio
Núñez Polanco
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