miércoles, 18 de abril de 2012

BOSCH REFUTA COMENTARIO


(El Caribe, Santo Domingo, 29 de septiembre de 1962, p.16.)

La mayoría de los dominicanos, especialmente la gente de los campos y de las orillas de los pueblos, hablan en forma distinta de los que viven en el centro de los pueblos y de la Capital, y especialmente de los que han estudiado para ser bachilleres, doctores, abogados, ingenieros y otras carreras. Por eso se explica que algunas palabras significan una cosa para la gente de los campos y de los barrios de los pueblos y la Capital y otra cosa para la gente que ha estudiado. Por ejemplo, ése es el caso de la palabra “cuentista”.

Para la mayoría de la gente, cuentista es el que engaña, el que habla mentiras; pero para la gente que ha estudiado, cuentista es el que escribe cuentos; y si usa la palabra cuentista en el otro sentido, lo hace de mala fe, para engañar a los demás.

Ustedes saben que no nos gusta hablar de nosotros mismos. No somos soberbios; no decimos que valemos más que nadie. No somos vanidosos; nunca hemos hablado de lo que hemos hecho. Pero hoy tenemos que hablar de nosotros mismos, y por eso vamos a usar la palabra “yo” en vez de la palabra “nosotros”. Con la palabra “nosotros” nos referimos siempre al Partido, al PRD; y con la palabra “yo” vamos a referirnos a nuestra persona, cosa desagradable, pero que por obligación debemos hacer para quitarles la careta a los que hasta en cosas pequeñas engañan a los dominicanos humildes, a los hombres y las mujeres que no tuvieron la suerte de estudiar bachillerato ni ir a la Universidad.

Mucho antes de salir de la República Dominicana, cuando todavía era un jovencito, empecé a escribir cuentos; y como el cuento es lo más difícil de escribir, y tuve la suerte de que los que yo escribía les gustaban a los que los leían, en poco tiempo fui conocido fuera de la República Dominicana por lo que escribía. ¿Y cómo era lo que escribía y sobre qué escribía? Pues lo que escribía era siempre sobre los abusos, las maldades que se cometían con los campesinos y los trabajadores de esta tierra; escribía sobre los hombres y las mujeres infelices de los campos y los barrios; escribía sobre sus sufrimientos y sus esperanzas. Porque yo crecí en Río Verde y en El Pino y vi desde muy chiquito esos abusos, esas maldades; conocí desde muy chiquito los sufrimientos y las esperanzas de la gente humilde de mi país; y siempre llevé en el corazón la amargura de ellos, siempre tuve en el corazón el peso de esas amarguras que nunca han conocido ni jamás conocerán los tutumpotes que aumentaban y aumentan esos sufrimientos con su explotación.

Honores por sus cuentos

Cuando salí de la República Dominicana fui recibido en todas partes con honores precisamente debido a que había escrito y seguía escribiendo esos cuentos; y por esos cuentos me dieron premios y me llamaron a universidades a que diera clases sobre la manera de escribir cuentos. Porque aunque aquí la gente humilde crea que ser cuentista es ser mentiroso, es engañar a los demás, en todas partes los que escriben cuentos son personas muy apreciadas. ¿Y por qué son apreciadas? Porque como dije antes, escribir cuentos es lo más difícil que hay; y por esa razón grandes países como Inglaterra, como Francia, como Estados Unidos se sienten orgullosos de sus grandes cuentistas, es decir, de los escritores franceses, como Guy de Maupassant, que escribió buenos cuentos; de los escritores ingleses, como Rudyard Kipling, que escribió buenos cuentos, de los escritores americanos, como Ernest Hemingway, que escribió grandes cuentos. Un cuento escrito por Ernest Hemingway le produjo a ese escritor más de dos millones de dólares.

Eso lo saben los señores de Unión Cívica y los periodistas que ponen al lado de mi nombre la palabra “cuentista” para que el pueblo crea que yo soy un mentiroso, un hombre que engaña. Ellos saben que están engañando al pueblo; lo saben bien, pero como ya tienen la costumbre de engañar al pueblo, no pueden dejar de hacerlo, y lo hacen hasta sin querer.

Por ejemplo, en un librito que repartió la Unión Cívica de Higüey, se dice que yo soy un cuentista. Ese librito fue escrito por una agencia de publicidad, y agencia de publicidad quiere decir, oficina que por dinero escribe para hacer propaganda a los comerciantes y a los industriales. La Unión Cívica usa una de esas oficinas que hace por paga propaganda a los comerciantes e industriales, y como es claro, Unión Cívica le paga a esa oficina. Pues bien, los jefes de esa oficina de publicidad, que precisamente no son dominicanos, saben muy bien que la palabra cuentista no quiere decir el que engaña, el que habla mentira, sino el que escribe cuentos; pero como les pagan para que engañe al pueblo usando la palabra como es, usándola como cree la gente que es, en la forma incorrecta; la usan para causar perjuicios y para seguir engañando al pueblo.

Nuevo libro

Yo he escrito, de cuentos nada más, varios libros; y precisamente ayer salió a la calle uno que se llama Cuentos escritos en el exilio. El primer cuento de ese libro fue escrito en Cuba hace más de veinte años, y es la historia de un peón de campo dominicano que cogió paludismo, y cuando se puso muy malo, el amo lo botó y le dio medio peso para el camino; pero cuando el peón se iba, le atacó el frío de la calentura, el frío de la enfermedad, y en ese momento el amo lo obligó a que le fuera a buscar una vaca que había parido la noche anterior. Para el amo era más importante el becerrito que el peón; le dolía más perder un becerrito que la muerte de su peón. Ese cuento se llama “Los Amos”. Y así como ése hay varios cuentos más. Hay también uno que se llama “El Funeral”, y es el cuento de un toro llamado Joquito, que tumbó al dueño de su caballo y el dueño lo mató a tiros; y después que desollaron a Joquito y lo partieron en bandas, comenzaron a bajar toros y bueyes y novillos y vacas de las lomas para llorar la muerte de Joquito, con lo cual dieron un ejemplo a los hombres, a las personas, porque esos animales llegaron de lejos a llorar la muerte de un toro que para ellos era desconocido, y las personas no se preocupaban por la muerte de otra persona desconocida; y hay el cuento llamado “En un bohío”, que refiere el sufrimiento de una campesina pobre, con dos hijos enfermos; una campesina solitaria porque el marido estaba en la cárcel; una pobre mujer que no tenía de qué vivir, y ustedes pueden imaginarse los pesares de esa mujer, con sus hijos enfermos, sin nadie que la ayudara; y todavía quedan muchas y muchas como ella en nuestro país. Y está el cuento de Victoriano Segura, un hombre a quien todo el mundo veía con malos ojos, porque era un carretero pobre, y sin embargo Victoriano Segura salvó la vida de una vieja en un incendio; y hay el cuento de un pobre haitiano picador de caña, llamado Luis Pie, a quien un tutumpote acusó de pegarle fuego a la caña, cuando no era verdad. Lo que no hay en ese libro ni en ninguno que haya yo escrito es cuentos de tutumpotes, porque mi interés cuando escribía, era que el  mundo supiera que aquí, en la República Dominicana, había campesinos y trabajadores que padecían abusos y engaños.

Y esos cuentos gustaron en el extranjero; gustaron y los extranjeros que los leían aprendieron la verdad sobre nuestro país; aprendieron a conocer la situación verdadera de los infelices de esta tierra. Ustedes saben que en muchos países la gente habla otras lenguas; que los franceses hablan francés, los ingleses y los americanos hablan inglés, los alemanes hablan alemán, los portugueses hablan portugués. Pues bien, muchos de esos cuentos míos fueron pasados a esas lenguas, y en muchas universidades americanas varios de esos cuentos dominicanos que yo escribí se usan para enseñar a los alumnos; y eso lo saben bien los tutumpotes que están engañando al pueblo diciéndole que yo soy un cuentista para que el pueblo entienda que soy un mentiroso, que engaño a la gente, pero no le aclaran al pueblo qué quiere decir cuentista como escritor de cuentos.

Dicta charla

Hace tres noches, un grupo de personas que forman una asociación internacional llamada Club Rotario, es decir una agrupación que existe en varios países, me invitó a que les hablara sobre el cuento como parte del arte de escribir, y lo hice con mucho gusto, porque me siento satisfecho de haber escrito cuentos que hoy figuran en varias lenguas y en muchos libros de varios países del mundo; porque me siento satisfecho de que el nombre de la República Dominicana figure en diversos libros en otras lenguas gracias a los cuentos que he escrito.

Lo que yo estoy haciendo ahora como político, como presidente del PRD, lo hice antes, hace muchos años, como escritor de cuentos; es decir, luché por los campesinos, por los trabajadores dominicanos; luché por mi país, por los humildes  de mi país. En aquella época ya había gente que me preguntaba por qué yo no escribía sobre la gente de sociedad, por qué no escribía cuentos sobre personas ricas, sobre muchachas bonitas de sociedad, y dije siempre que lo que yo llevaba en el alma, en el corazón, era lo mío, lo que vi desde que era chiquito, lo que aprendí a querer en mis primeros años; y eso era la vida del infeliz, la vida del trabajador. En esa lucha he estado, y nunca soñé ni nunca quise que esa lucha me convirtiera en Presidente de un partido, porque no la he llevado a cabo para ser presidente de nada, sino porque es lo que me pide el alma, lo que me pide el corazón, y ya he dicho antes que no hay corazón que engañe a su dueño.

Nunca hubiera querido hablar de esto, porque me repugna hablar de mí mismo y tratar problemas personales ante el pueblo. Pero en esta aclaración hay un punto que es el de enseñar al pueblo una cosa que hasta en detalles como ése de la palabra cuentista lo han estado engañando. Y si en cosa tan pequeña lo engañan, ¿qué no harán en las otras, en las importantes?
Perdonen, pues, el tema de hoy.

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