Domingo Nuñez Polanco
Queremos hacerle saber a nuestros amigos lectores, sobre todo, aquellos
interesados en profundizar en el conocimiento del pensamiento social y político del profesor
Juan Bosch, que presentaremos, a lo largo de este mes de junio(mes de su
nacimiento) una serie de trabajos con
fines de poner en conocimiento de ustedes
la dimensión histórica del pensamiento social y político de uno de los patriotas,antillano y Americanista mas
consumado de esta América del pasado siglo XX, el Profesor Juan Bosch.
Juan Bosch nació (30 de junio 1909) en la ciudad de La Vega, enclavada en
el fértil valle del Cibao. Vivió los
primeros años de su vida en el campo, en Rio Verde y el Pino, parajes de la
provincia de La Vega, donde recibió las primeras enseñanzas. El joven Juan
Bosch, sobre un cuarto de siglo de vida, pero menos de veintinueve años se
radica en Santo Domingo, capital de la República, donde hace varios oficios
como empleado de algunas casas comerciales, también hace las veces de crítico
de arte, en la sección literaria del Listín Diario; Va a la cárcel, acusado de
actividades antitrujillistas, luego de
liberado termina de Empleado público, en
la oficina Nacional de Estadísticas. Es enterado que Trujillo
quiere hacerlo diputado y comprometerlo
con la Dictadura. Entendía que su camino
era la literatura y no ser servil de un régimen oprobioso, no tuvo otra
alternativa que enrumbarse por el largo
camino del exilio. Su primera escala es Puerto Rico. Allí, el destino le depara
una nueva ruta que será productiva y
agitada y no terminará hasta el año 2001, donde expiro el último soplo de
vida.
Bosch, para 1938, llega a Puerto Rico. Dejemos que sea el propio Juan Bosch
que nos diga que paso allí en la tierra de Pedro Albizu Campos “El hecho más importante de mi
vida hasta poco antes de cumplir 29 años fue mi encuentro con Eugenio María de
Hostos, que tenía entonces casi 35 años de muerto. El encuentro se debía al
azar; pues, buscando trabajo, lo halle como supervisor del traslado a
maquinilla de todos los originales de
aquel maestro de excepción… (…) Eugenio María de Hostos, que llevaba 35 años
sepultado en la tierra dominicana, apareció vivo ante mí a través de su obra,
de sus cartas, de papeles, que iban revelándome día tras día su intimidad; de
manera que tuve la fortuna de vivir en la entraña misma de uno de los grandes
de América, de ver cómo funcionaba su alma, de conocer –en sus matices más
personales- el origen y el desarrollo de sus sentimientos. Hasta ese momento,
yo había vivido con una carga agobiante de deseo de ser útil a mi pueblo y a
cualquier pueblo, sobre todo si era Latinoamericano; pero, para ser útil a un
pueblo, hay que tener condiciones
especiales. ¿Y cómo podía saber
yo cuales condiciones eran esas, y como se las formaba uno mismo sino las había
traído al mundo, y como las usaba si las había traído?
La repuesta a todas esas preguntas, que a menudo me ahogaban en un mar de
angustia, me la dio Eugenio María de Hostos, 35 años después de haber
muerto. (…) la lectura de los originales
de Eugenio María de Hostos me permitió conocer que fuerza mueven, y como la
mueven, el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás”, (Juan Bosch,
Hostos el sembrador)
Muchos años después Juan Bosch elaboraría una repuesta para las preguntas
que cualquier hombre, con buenas intenciones, se haría, tal como las que el
mismo se hizo allá en la lejanía de 1938, después de su encuentro con Hostos
“El gran hombre aparece en los momentos decisivos de la historia de su pueblo,
esto es, cuando una crisis hace estallar los moldes sociales en que ese pueblo
ha estado viviendo, a veces durante siglos; aparece entonces porque sus
condiciones de carácter, que generalmente han permanecido ocultas para todo el
mundo y a menudo hasta para él mismo, le permiten desarrollar una capacidad de
acción u otras formas de expresión de su personalidad que resultan ser las más
adecuadas para dirigir a las masas en esa hora de crisis, pero esas condiciones
de carácter habían sido elaboradas en el héroe por fuerzas de origen natural,
como, por ejemplo, una determinada conformación cerebral, combinada con las
presiones de la sociedad en que se había formado. Entre tales fuerzas ocupa un
lugar decisivo lo que ahora llamamos ideología, que es un producto neto de la
sociedad, aún si se trata de una parte de ella, como es la clase social de la
persona que la comparte. En suma, que el hombre no es producto de sí mismo, de
tales o cuales condiciones psicológicas, sino que es el producto de su sociedad
porque ésta es la fuente de la psicología de la persona; y a tal extremo esto
es así que en la sociedad de clases resulta fácil distinguir, a través de sus
expresiones psicológicas, al capitalista del obrero y a éste del que le queda
más cerca en términos clasistas, que es el bajo pequeño burgués pobre y muy
pobre.
En lo que se refiere a la vocación, todavía la ciencia no ha llegado al
punto de determinar cuál es su origen, pero se sabe que son muchos los hombres
y las mujeres que han sentido el llamado de una vocación, a veces desde los
años más tempranos. Las personas que sienten ese llamado son capaces de hacer
toda suerte de sacrificios para seguir el impulso que llamamos vocación. Unas
abandonan a sus familias y se van a correr mundo en busca de ambientes en que
puedan desarrollar las capacidades que les permitan ser lo que quieren ser; las
hay que viven aventuras fabulosas y se juegan hasta la vida persiguiendo lo que
creen que es su destino; y unas más, otras menos, todas tienen una convicción
profunda, sin saber por qué, de que podrán hacer aquello que persiguen, y que
haciéndolo se destacarán entre todos los seres humanos; alcanzarán la gloria o
el poder, pasarán a ser personajes importantes e influyentes.”(Juan Bosch,
CONSIDERACIONES ACERCA DEL POLÍTICO, LA VOCACIÓN Y EL OFICIO.)
Esa ruta productiva y agitada que le
deparo el destino a Juan Bosch, desde el momento mismo que piso tierra
Borinqueña por allá en aquel lejano 1938, que lo llevo desde un largo y errante
exilio (24 años) a ser juramentado ante
la asamblea nacional de su país, como primer presidente de la era democrática
dominicana, el 27 de febrero de 1963.
Bosch desde el gobierno se proponía poner en marcha su proyecto
democrático. Todavía creía que se podía hacer una revolución democrática en el
marco de la “mentada democracia representativa” y hacer los cambios
estructurales que la hicieran viable.
Frente a cuestionamiento de grupos y sectores políticos, económicos,
sociales y la alta jerarquía de la Iglesia católica que le
adversaban en su proyecto democrático y del proceso de cambios sociales, económicos y políticos vía
la nueva y progresista constitución de 1963, Bosch hizo un llamado a esos
sectores “Crear la democracia es un deber de todos los dominicanos y por tanto
cada uno debe cargar con su parte de responsabilidad. Un hombre solo puede
organizar y dirigir una tiranía, pero un hombre solo no puede construir y
mantener un régimen democrático” (Juan Bosch)
La errática percepción de los sectores conservadores y antidemocráticos, de
“una amenaza comunista” que avanzaba en el país como resultado de la tolerancia
del gobierno de Bosch con los comunistas crearon el caldo de cultivo para las
iniciativas de actividades conspirativas contra el gobierno de Bosch. Las primeras intrigas de esta acusación para
justificar las innumerables actividades
contra el primer ensayo democrático después de la muerte de Trujillo
fueron recibidas primeramente por Rómulo Betancourt, antiguo aliado y
amigo de Bosch, en relación a un
supuesto documento anticomunista promovido por
Betancourt, José Figueres (también antiguo amigo del Bosch) junto
con otros líderes extranjeros, cuyo
documento Juan Bosch se negó a firmar ;quizá por ahí comenzaron las diferencias
entre los otroras amigos y aliados de Juan Bosch Figueres y Betancourt.
Lo que si no hay duda, es de que el ambiente anticomunista que se
vivía en el mundo a raíz de la Guerra Fría, y particularmente en América
Latina debido a el carácter socialista que adoptara la revolución cubana, que
en la República Dominicana había encontrado eco entre los herederos de
Trujillo, la oligarquía y sobre todo la Iglesia Católica, había generado las
condiciones ideales para dar al traste con el proyecto democratizador de Bosch.
El pretexto inmediato fue la nueva Constitución democrática y progresista de
1963.
La historia posterior, el golpe de Estado contra Bosch, la revuelta de
abril y la ocupación militar por Estados Unidos a la República Dominicana, es
historia patria. En ese sentido, vamos a permitirle al eminente catedrático
dominicano, residente en México, Pablo Mariñez que nos haga un análisis en el
contexto histórico en que se dieron estos acontecimientos.
En esta primera entrega amigo lector
le dejamos con el acucioso y eminente investigador y profesor universitario
Pablo Mariñez.
Pablo Mariñez: “(…) el capitalismo
se expandía, sobre todo a lo largo del siglo XIX y primera década del siglo XX,
vertiginosa y arrolladoramente, desde el centro –que era Europa y Estados
Unidos, básicamente --hacia la periferia
(lo que durante mucho tiempo se llamaría “Tercer Mundo”), sin impulsar
necesariamente sus relaciones de producción correspondientes, y mucho menos del
proceso de industrialización, este era reservado para los países del centro,
donde a su vez se desarrollaba la democracia, mientras que en los países de la
periferia el capitalismo apenas
incursionaba a nivel del mercado, como países y regiones que proporcionaban
-como colonias o neocolonias-, materias primas
y fuerza de trabajo barata, a la vez que eran receptoras de cuantiosas inversiones de capital.
Este proceso daría lugar a que desde
el centro del mismo sistema capitalista se produjera una gran asimetría entre
los países del centro y los de la periferia; la que se expresaría en el
producto interno bruto y muchos otros
indicadores económicos, a la vez que sociales.
Por lo mismo los países de la periferia
carecían de la sustancia económica y social que demandaba una
democracia, como si la había en los países del centro. Sin embargo, ello no fue impedimento para que
los países de la periferia se intentaran impulsar proyectos democráticos, los
cuales estaban llamados a fracasar, al menos en la mayoría de los casos, tanto
por razones internas como externas.
Dentro de este contexto de asimetría entre el centro y la periferia, y en
un país carente de la sustancia económica y social en su organización
capitalista, como la República Dominicana a principios de la década de 1960, tras la caída de la
dictadura de treinta y un años de Rafael Leónidas Trujillo, a Juan Bosch le
correspondería impulsar un proyecto
democrático, luego de ser electo Presidente constitucional, en diciembre
de 1962. Ante el fracaso para lograrlo,
a consecuencia del golpe militar que lo derroco, en septiembre de 1963,
posteriormente por la ocupación militar de 1965, el país quedaría colocado en
una compleja y difícil situación. Bosch lo expresaría de la siguiente manera:
“Creo que en la República Dominicana, Latinoamérica ha recibido una lección. La
lección de que no es posible establecer una democracia con la ayuda de los
Estados Unido, y de que tampoco es posible establecer una democracia contra
Estados Unidos…”. Trágica contradicción –un verdadero callejón sin
salida-para un país como la República Dominicana, situado en la misma frontera
imperial del Caribe, en pleno auge de la Guerra Fría.
Sin embargo, tratando de encontrar un salida a tan difícil y compleja situación, Bosch viaja a Europa a
finales de 1966, en busca del espacio y las condiciones adecuadas para
reflexionar y estudiar diversos tópicos políticos, sociológicos e históricos de
la República Dominicana y el Caribe, lo mismo que a nivel internacional, que le
permitiera dar una repuesta a la crisis dominicana. Después de una serie de
estudios realizados, en 1969 Bosch desarrolla una nueva tesis política de
gobierno, Dictadura con respaldo popular,
que consistía, en esencia, en un revolución antioligárquica, que
permitiera encontrar las vías del desarrollo, con una nueva organización
política que garantizara la equidad y la justicia social en un Estado de
derecho que asegurara la paz y la libertad; todo ello, después de haber logrado
la recuperación de la soberanía nacional.
Esto quiere decir que la Dictadura
con respaldo popular seria dada a conocer casi un siglo y medio después –ciento
treinta y cuatro años para ser más precisos –de que Alexis de Tocqueville publicara La democracia de América; y ciento
veinte y cinco años después de que la República
dominicana lograra su independencia nacional,1844, y comenzara a
organizarse políticamente como sistema democrático. Esa era la distancia
cronológica y, por supuesto, económica, social, y política existente entre
Estados Unidos, líder de la democracia representativa, y la República
dominicana a finales de la década de 1960, país que sufría de una arritmia
histórica, como lo definía Juan Bosch; es decir, esa era la distancia que
había, en el mismo sistema capitalista, entre el centro y la periferia, al
menos entre ambos países. (…) pero no debemos dejar de señalar que en realidad
la distancia señalada entre ambos países es mucho mayor, pues La democracia de
América no es un proyecto, sino el estudio de un caso concreto, de lo que
Tocqueville había tenido la oportunidad de ver, vivir y analizar en estados
Unidos durante su estancia en ese país en la primera década
de 1830; en cambio, Dictadura con respaldo popular, apenas consiste en una
tesis, como proyecto para instaurar un nuevo sistema político en República
Dominicana, acorde con sus propias condiciones históricas, políticas y
socioeconómicas; pero también el hecho revela que el país llevaba más de un
siglo fracasando en su intento de organizarse económica y políticamente, si
tomamos como punto de partida la independencia nacional de 1844, y casi
quinientos años si se parte de 1492. Para Bosch, “lo que ha fracasado no ha
sido el pueblo dominicano; ha sido el sistema en que ha vivido”.
El golpe de Estado de 1963 que derroco al presidente Juan Bosch, y la
ocupación militar estadounidense de 1965
tuvieron tan fuerte impacto en su pensamiento político, que solo son
comparables al que origino la lectura de la obra de Eugenio María de Hostos,
cuando el joven Juan Bosch, a la edad de 29 años, llego a Puerto Rico en 1938.
Sin embargo, entre ambos acontecimientos hay una diferencia significativa,
que bien vale la pena abordar, aunque sea muy sucintamente. Mientras el
encuentro de Bosch con la obra de Hostos
“le permitió conocer que fuerza mueven, y como la mueven, el alma de un
hombre consagrado al servicio de los demás”, y por lo tanto modifico su
cosmovisión, definió su horizonte político y sentó las bases para lograr una
solida formación intelectual, que
lograría incluso consolidar en el curso de sus primeros años de exilio, en
cambio, el golpe militar de 1963 contra su gobierno, pero fundamentalmente la ocupación
armada de 1965,modificaría las condiciones materiales de producción existente,
de las cuales Bosch no podía substraerse, por lo que el enfoque de sus análisis
estaba conminado a tomar un curso diferente.
En efecto, a lo largo de los veinte y cinco años transcurridos entre 1938,
al iniciar su exilio, y 1963, cuando llega a la Presidencia de la República
Dominicana, se habían producido significativos cambios internacionales que se
constituirían en verdaderos desafíos para Bosch llevar adelante el proyecto
político democrático que muy cuidadosa y seriamente ---asumiendo múltiples retos, que lo llevaría
al exilio dentro del exilio, así como a la cárcel –había ido elaborando durante
sus años de vida errante por diversos países, pero fundamentalmente en el
Caribe, y el interior de este, en Cuba.
La región del Caribe, que Bosch había estudiado amplia y profundamente,
también se había transfigurado, en particular a raíz del triunfo de la
revolución Cubana en 1959. En suma, su
proyecto político democrático, tal y como él lo había concebido, se enfrentaba
a un escenario geopolítico distinto, mucho más complicado, que reducía la
posibilidad de hacerse realidad.
Sin embargo, por la sagacidad político que lo caracterizaba, Bosch había
alcanzado a comprender, muy tempranamente, el impacto de la Revolución Cubana
en la región, cuya geopolítica había sido modificada; en cambio, las
transformaciones que se habían ido produciendo, justamente alrededor de esos años en el imperialismo, es decir
dentro de la economía capitalista, así como de los aparatos de poder de Estado
Unidos, no fueron percibidos tan rápidamente; cambios que por lo demás ningún
internacionalista o analista político había logrado comprender y analizar, al
menos en profundidad.
Ciertamente, tendrían que producirse la ocupación militar de 1965 en la
República dominicana -y un año antes,
1964, en Viet Nam--, para que el líder político dominicano hiciera una lectura
de la historia de Estados Unidos, de sus sectores de poder, de su política
internacional, y más que nada del capitalismo en su fase imperialista.
Acontecimientos que le darían el privilegio, gracias a su solida formación
intelectual y política, de ser un pionero
en el análisis de los cambios que se estaban produciendo al interior de
dicho sistema.
Como podemos observa, sería un simplismo, como han hecho algunos analistas,
plantear que en Juan Boch se produjo un cambio radical en su pensamiento
político –o incluso que se había convertido en un amargado y resentido-. Es cierto, se había producido un cambio en su
pensamiento político, pero solo en algunas dimensiones, como la democracia y el
partido político, pues en la demás dimensiones
encontramos una continuidad… (…) Lo que no se puede perder de vista es
que el verdadero cambio se había desarrollado en la estructura del capitalismo,
y en la coyuntura de la región del Caribe, pues el orden geopolítico se había
transformado. Y siendo Bosch un actor político de primer plano en los hechos
que allí se producían, no podía quedarse aferrado a un viejo libreto, que
partencia a una etapa de la historia que había sido modificada, al menos en la
correlación de fuerzas económicas, militares, políticas y sociales. Desde una
perspectiva metodológica de análisis del pensamiento político de Juan Bosch, lo
correcto sería plantear un enfoque dialectico para una adecuada comprensión del
mismo, dejando a un lado el simplismo de las subjetividades antes señaladas.
Las condiciones de producción se habían modificado como resultado de los
cambios políticos internacionales, y en consecuencia se tenía que producir un
cambio en el enfoque y análisis políticos, incluso recurriendo a otras
propuestas teóricas paradigmáticas, pues al modificarse la problemática objeto
de estudio los viejos instrumentos teóricos
no son suficientes para dar cuenta, de manera rigurosa, del curso que
estaban siguiendo los nuevos acontecimientos.
Por lo que acabamos de plantear, nos parece un gran acierto que el
Pentagonismo, sustituto del imperialismo (1967) y dictadura con respaldo
popular(1969),formen parte de un mismo tomo para ser prologada… pues aunque la
primera corresponde al campo de los estudios internacionales, y la segunda al
de la sociología política, ambas se encuentran estrechamente relacionada entre
sí, tanto porque corresponden a desafíos teóricos para el autor, como que
pertenecen a una misma coyuntura política internacional, regional y
nacional. Sin embargo, la vinculación es
mucho más estrecha y profunda de lo que acabamos de exponer, pues sin la
primera Bosch no hubiera podido desarrollar la segunda; a su vez, en lo que a
las condiciones de producción se refiere, tendríamos que plantear,
lapidariamente, que ambos libros son hijos de la ocupación militar
estadounidenses de 1965 a la República dominicana. Sin esta última, Bosch se
hubiera dedicado al ejerció de sus funciones de Presidente de la República,
cargo para el que había sido elegido libre y soberanamente por el pueblo
dominicano, y hubiera comenzado a impulsar su proyecto político de democracia
representativa, o de democracia revolucionaria, como él prefería llamarla.
A finales de 1966, cuando Bosch emprende su viaje hacia España, que luego
lo llevaría a ´Francia, y desde ahí a varios países europeos y asiáticos,
apenas hacia un año y medio se había producido la ocupación militar
estadounidenses en República dominicana, en abril de 1965. (…) ya había tomado posesión del
gobierno el Dr. Joaquín Balaguer,
candidato favorito de las tropas de ocupación; al momento de su salida todavía
el olor a pólvora se respiraba en las calles dominicanas; las casas y edificios
mostraban las perforaciones de los
impactos de balas, proyectiles, morteros, bazucas y cañonazos que habían
causado las armas estadounidenses, con un saldo de más de tres mil muertos;
cientos de jóvenes habían tenido que abandonar el país –y lo seguirían haciendo
durante varios años más, en un numero de miles--, (…) Apenas era el preámbulo
de los doce años de crímenes y terror
causado por las bandas paramilitares, que perseguían y asesinaban a líderes
políticos, sindicales, estudiantiles, y a la ciudadanía en general; todo ello
durante el gobierno del Dr. Joaquín Balaguer,1966 a 1978.
Por cuanto, Bosch no podía perder
tiempo, tenía que actuar con rapidez para buscarle solución política al país,
sobre todo para que recuperara, antes que nada, su soberanía nacional, de tener
el crimen de las más tarde llamada “fuerzas incontrolables”, especie de
escuadrón de la muerte que operaba impunemente en todo el territorio nacional,
así como proponer un nuevo modelo económico y político de gobierno que
garantizara el desarrollo nacional, la libertad, la paz social.
Dada las condiciones existentes en
la región, había que ser muy creativo, audaz y decidido políticamente para
encontrar tal solución, Bosch era absolutamente consciente de ello, el país
posiblemente atravesaba por una de sus
peores encrucijadas de toda su historia.
Eran los años de la guerra fría, políticamente difíciles y sumamente
complejos, no solo para las pequeñas naciones del Caribe como República
Dominicana; sino también a nivel internacional.
En suma, eran años convulsionados, de
luchas anticoloniales, de movimientos de liberación nacional; de luchas
antiimperialistas que recorrían por todo el mundo. Las aspiraciones, para
algunos, eran de establecer un amplio frente de carácter tricontinental, donde se pudiera mancomunar
las fuerzas revolucionarias del tercer mundo, es decir, de América Latina,
África y
Asia. Eran los años en que el Che
Guevara había proclamado la consigna de crear “dos, tres…muchos Vietnam”, como
lo plantearía a principio de 1967.
En ese complejo y tenso contexto internacional es en el que
Juan Bosch se establece en España… (…)
permanecería hasta 1969, (…) retornaría a la República Dominicana en abril de
1970. En esos tres años y medio escribiría sus más importantes obras, entre ellas, el
Pentagonismo sustituto del imperialismo (1967), Dictadura con respaldo popular
(1969), De Cristóbal Colon a Fidel Castro o Caribe Frontera Imperial, Composición Social
dominicana, entre otros no menos importantes”.
Pablo Mariñez
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